En un primer punto, y tratando un nivel mas general,
no se puede negar la influencia que ha tenido el vertiginoso desarrollo de los
distintos medios comunicacionales en los últimos cinco o diez años (haciendo hincapié
en aquellos de carácter digital) en la participación política del hombre,
particularmente en los jóvenes. Pareciese que este nuevo mecanismo se ha
consolidado al mismo nivel de aquellos de corte tradicional.
Ahora
bien tocando el tema de la participación política en el caso venezolano,
tomando como punto de referencia la generación de jóvenes, se pueden considerar
dos aspectos relevantes: el primero consiste en el interés común que pueda
poseer el individuo cuando se encuentra dentro de su comunidad (puede tratarse
tanto de una presencial como virtual) y el cual se basa en una aceptación o
rechazo, todo esto en sentido de comunidad, de aquellos elementos que se
encuentran en el entorno; el segundo aspecto radica en el impulso que siente el
individuo de pertenecer a una esfera mayor que si mismo, entendido como la unión
a un partido político, sociedad civil, movimiento social, etc. Y que para el
caso venezolano (así como también se evidencia de manera general en el resto de
América Latina) la mayor parte del tiempo el individuo no responde únicamente a
un conjunto de propuestas políticas que lo representen sino responde al
elemento del personalismo del cual ni los jóvenes ni la plataforma digital como
TIC se escapan. A pesar de esto, al abrirse un nuevo elemento como lo es todo
el sistema de plataforma digital, se desecha la idea de que solo se puede
realizar participación política en espacios físicos y se busca entrar en estos
nuevos espacios con el fin de incrementar la misma.
Se puede hablar entonces de una discusión entre
comunidades virtuales y comunidades presenciales y cuál sería la más adecuada o
provechosa para el caso venezolano. Las comunidades virtuales en cuanto a participación
política han proliferado enormemente a través de los últimos años, sin embargo
al momento de considerar su efectividad habría que considerar varios elementos donde
resulta quizá el más resaltante el tema de la educación entendido como la
capacidad y los medios de instruir a la población en estos nuevos mecanismos de
participación política que en el caso venezolano resulta deficiente. No se le
puede quitar meritos a estas comunidades virtuales ya que han servido como gran
apoyo para la organización de distintos grupos o eventos además de un excelente
medio de información pero carece de esa facilidad de acceso que su utilidad
pareciera llegar hasta ahí. En cuanto a las comunidades presenciales, a grandes
rasgos resulta ser más efectiva y ocasiona mayor “sonido” o efecto en la población
ya que tradicionalmente toda esta agrupación de partidos políticos, sociedades
civiles, ONG, etc. han venido apelando al orden presencial (por poseer
mecanismos bastante tradicionales) que aun siguen ocasionando buena respuesta
ya que muchos individuos se sienten identificados o las propuestas y proyectos
que exponen han satisfecho de alguna forma sus necesidades. En resumen, no se
busca opacar el éxito que ha podido tener la participación política virtual,
pero para el caso venezolano, aun hay un proceso bastante largo de crecimiento
para colocar a la par de la participación presencial.
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